Cuando llegué a Taos, Nuevo México, en Septiembre del año 2002, me instalé en una preciosa casita-estudio que la Fundación Hellen Wurlitzer me había ofrecido, dentro de su programa internacional para artistas. El objetivo de viajar a este mágico desierto era zambullirme de nuevo en la investigación pictórica sobre la interacción de la luz y las materias cristalinas, que llevaba años desarrollando. Había estudiado y realizado unas pinturas monocromáticas para meditar, a las que llamé “Yantras”, en las que utilizaba cristales, minerales triturados, pigmentos y partículas de diferentes piedras preciosas, entre muchas otras cosas que se pueden usar en la alquimia de pintar. Al contemplar algunas de estas obras, el espectador podía ver reflejada su sombra rodeada de un arco iris y percibir su propio vacío. Intentaba representar la nada, el mundo cuántico y el Universo, como un interactivo holograma multidimensional. Miraba el mundo con ojos de pintor y usaba el arte como una herramienta para indagar la existencia.
Habían pasado 15 días y no conseguía empezar a pintar. Entraba a mi estudio y veía a través del ventanal cómo las ramas de los grandes álamos se desnudaban de sus hojas y me mostraban la cumbre de la montaña de Taos, sagrada para sus moradores, los indios Tiwas.
Me fijaba en la pequeña figura de Indalo, hecha en oro, que mi amiga Alicia me regaló antes de salir de viaje, y recordaba que me dijo: “para que te dé buena suerte, salud y prosperidad”. En aquel tiempo no tenía mucha información sobre el Indalo, en realidad casi nada, sin embargo su forma quería decirme algo. Durante los días de observación y meditación sobre la figura, comencé a tener visiones profundas acerca de los múltiples aspectos de la existencia humana. El Indalo me revelaba sus secretos en forma de pensamientos, preguntas y afirmaciones que recorrían mi mente como ideas fugaces, las cuales tenía que escribir cuanto antes para que no se perdiesen en el olvido. Tal era la efervescencia mental en la que estaba inmerso que hasta ocurría en el sueño o en diferentes situaciones cotidianas, por lo que debía de ir con lápiz y libreta a todas partes. En cualquier momento podía sentir la necesidad de hacer escritura automática o de plasmar un pensamiento. Era como si todas las ideas positivas que había aprendido en mi vida se estuvieran cristalizando junto con otros nuevos pensamientos en la figura del Indalo. Me sentía extrañamente elegido como portavoz de una figurilla que me dictaba enseñanzas para vivir mejor. El resultado de todo este proceso de canalización de información, meditación, estudio y proyección de la mente es este libro holístico y método práctico que tienes en tus manos “INDALO CODEX” Código para la salud integral de la mujer y el hombre universal, cuyo objetivo principal es ayudar a conseguir la apertura del ser a un pensamiento sabio, benévolo y eficiente, que genere y atraiga la paz, la salud integral, la prosperidad y el bienestar.
Comentarios recientes