La figura del Indalo representa a un hombre con las piernas y los brazos abiertos, sosteniendo un arco entre sus manos.
Esta postura abierta de extraordinarias cualidades ha sido usada por el ser humano desde sus orígenes como un medio de invocación con el todo. El dibujo y la postura del Índalo aviva una memoria ancestral que nos enraíza con la Madre Tierra y nos conecta con nuestro origen cósmico.
El Indalo se relaciona con una de las pinturas rupestres neolíticas de tipología esquemática descubiertas en el abrigo de “Los Letreros” en el Cerro del Maimón y en el de “Las Colmenas” en el Cerro Maimón Chico de Vélez Blanco, Almería, España. Datan de 8500-3500 a. C. y fueron declaradas “Patrimonio de la Humanidad” por la UNESCO el 5 de diciembre de 1998.
En municipio de Chercos, en la Sierra de los Filabres, Almería, se encuentra la llamada “Piedra Labrá”. Son unas rocas con dibujos esquemáticos, algunos de ellos son representaciones antropomórficas indaliformes, gravadas por el piqueteado de la percusión de un objeto de piedra.
Han sido encontradas representaciones de Indalos en otros lugares como:
La figura del Indalo que combina los brazos abiertos con el arco iris ha sido usada hasta nuestros días como símbolo de vida, fertilidad, buena suerte y protección.
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